
Hace un año en mi vida no había tiempo para detenerme y pensar. Decidí abarcar más de lo que mi cuerpo y mente podían aguantar, viviendo en una constante monotonía llena de quebraderos de cabeza. De pronto como si una fuerza superior se pusiera en mi camino, mi cuerpo no aguantó y sucumbió a dos esguinces que me hicieron parar y empezar a ver las cosas desde otra perspectiva. Una de tantas tardes, en las que el catálogo de series ya se me quedaba corto, me puse frente al ordenador para rellenar el formulario de lo que en aquel momento jamás hubiera imaginado que sería mi mayor punto de inflexión ante la vida hasta ahora.
Durante el verano cambié los vestidos por una camiseta amarilla a la que le iba cambiando el color conforme pasaban los días. Las cómodas sandalias por unas botas que conocieron barro,tierra,hierba y mil y unas rocas. Cambié mi cama por una esterilla y un saco de dormir en una tienda con personas que se convirtieron en refugio. Las tardes tomando algo en una terraza, por caminatas buscando el mejor terreno para pernoctar. Las noches hasta las tantas sin hacer nada, por noches llenas de confesiones,abrazos,lágrimas,risas y conexión.
La Ruta me enseñó a cuidarme, a escucharme, a ver que los límites solo me los puede marcar el miedo, a entender que la distancia que hay entre ti y tu hogar es equivalente a la magia y compañía de la gente que te rodea. Me enseñó que incluso de las peores situaciones se puede sacar algo maravilloso, y que un día nunca está perdido hasta que acaba. La Ruta me enseñó el verdadero significado de la palabra RUPTURA, y a valorar todo aquello que dejé en casa y que por prisa no sabía apreciar. Me enseñó que un abrazo es curativo, que una gominola después de una ducha con cantimplora devuelve la vida, que los viajes en autobús te enseñan a conocer a las personas que tienes al lado, que cualquier comida que caiga sobre tu plato ha sido hecha con todo el amor del mundo, que los prejuicios no sirven de nada y que las cuestas se convierten en llanuras cuando hay alguien que te tiende la mano.
La Ruta me devolvió aquello que creía que ya no existía en mi, me inspiró una confianza ciega que veía imposible, me regaló personas con las que volvería a viajar al fin del mundo, y me hizo ver que incluso de un esguince se puede sacar la mejor experiencia de tu vida.
Gracias por tantos años de vida en solo 30 días, gracias Ruta Inti.