Reflexión Jaume Pastor

20 julio 2018
No voy a mentir, esta mañana ha sido extraordinaria y, seguramente, no encuentre las palabras lo suficientemente viscerales, veraces y certeras, que consigan descubrir, pincelar y esculpir cada latido que he escuchado. Así que perdonadme por adelantado, porque este hermoso jardín de corazones aún sigue germinando en mí.
He tenido el honor de contemplar miradas perdidas, ante las que pasaban centenares de recuerdos, que ya nunca serán revividos, pues uno de sus protagonistas ya se ha ido. Al sacarlo a fuera, he visto como estas flores nacientes en una noche que ha perdido sus estrellas más queridas, han vuelto a levantar su mirada. He contemplado sus renovadas pétalos, que emanaban la luz de las estrellas que ya no están en el cielo, sino que ahora se custodian en sus corazones.
He visto máscaras resquebrajándose, que se sostenían con los pinchos internos bañados en carmesí. Máscaras cuyo crujido era un grito sincero, que buscaba sinceridad, la verdad que se oculta y se maquilla, porque posibilita comprender plenamente la luz de cada persona, de cada estrella. Aunque la verdad duele, más duele revelar el dolor. Sin embargo, la sinceridad que clama una respuesta solo escucha un silencio, un silencio de incomprensión. Entonces, llega la frustración, pues la incomodidad  no alcanza a reanimar a la humanidad aletargada, que sigue prefiriendo una cómoda mentira maquillada cada día de verdad. Y buscan que su silencio que su silencio se extienda al gritar sincera, pues cada palabra de dolor, cada lágrima que resbala por las mejillas que antes no sonreían, cada pupila penetrante buscan un rostro y no un consejo, ni una frase bonita, sino, simplemente, una compañía, una experiencia compartida. Y buscan volver a la monotonía del silencio en el que vuelvan a caer en la sombra el dolor, la alegría ausente y la soledad presente. Esta es la verdadera razón por la que se evita a los mendigos o los pobres, no por su mayor delincuencia o su olor pútrido, pues son excusas elegantes, pero irreales. Es decir, la verdadera razón es que su pobreza externa recuerda la pobreza interna que contenemos, nos vemos tan extraordinariamente identificados que preferimos aislarlos en el olvido, rodeándolas con el dolor, la alegría ausente y la soledad presente, que con ellos compartimos.
También pude escuchar malas decisiones, como el árbol que crece siguiendo el halo luminoso de las luciérnagas, que se venden como soles, como seres celestes, pero inevitablemente mortales. Dejándolo crecer en la más profunda oscuridad cuando las luciérnagas mueren, mientras se retuerce por la enfermiza y caduca caduca luz, que creía estrella. En un desesperado intento de escapar de la tortura de su vida, siempre en crecimiento, siempre retorciéndose, siempre sufriendo, aprendió a morir para volver a nacer. De esta forma, concentró todo lo que le quedaba de vida, cada hoja se secó, toda raíz se consumió, para formar una semilla. Cuando la última rama se marchitó, empujó con su último aliento de vida a la nueva semilla, que fue recogida y balanceada por el viento hasta que germinó. Pero esta vez, ya sabía qué era el Sol, la única forma de crecer con recta perfección.
Después pude contemplar la renovada aura de una mirada, que tiempo atrás estaba apagada. Nada le llegaba, ni aprecio, ni palabras. Era como un árbol seco, que podría ser frondosamente primaveral, pero se le ha privado del agua, de la amorosa y cristalina fuente de la vida. Sus raíces no caminaban aferrándose y adentrándose entre las piedras, no había ninguna razón para luchar. Las hojas nunca se renovaban en primavera, pues prefiere no destacar, mantenerse al margen, para no sufrir, renunciando a gozar, impidiendo la palabra hiriente, pero también el piropo sincero. Tampoco florecía, pues no se creía digno de dejar su legado al mundo, no lo despreciaba, simplemente, aceptaba el lugar que se le había otorgado. Sin embargo, un día un pájaro, que le llevaba varias primaveras observando, se posó en el seco árbol y construyó su nido. El ave, plenamente consciente del peligro, se mantuvo firme e inamovible durante el gélido invierno en su árbol seco, porque vio en él algo había en los otros. Al fin, llegó la primavera y, junto con los primeros trinos de los pájaros recién nacidos, brotó la primera hoja, espléndidamente verde por contraste  con el moribundo árbol. Con cada nuevo amanecer primaveral, germinaba una hoja más intensamente verde que la anterior, pues contenía más vida. Así se sucedieron la primavera y el verano, hasta que volvió el invierno. Sin embargo, el invierno fue distinto, pues el follaje resguardó los gorgojos del ave que había confiado en el árbol, antes seco y hoy de abundante hoja perenne. Esos cantos en invierno, aunque no brotó ninguna hoja nueva, a cada nota se enraizó más en la tierra, esquivando las piedras, pues ya tenía un ritmo al que luchar, un latido al que ir al compás. Así se sucedieron varios años, creciendo en su vital frondosidad y aumentando sus razones y raíces que le anclan a la tierra. Hasta que un año, cuando ninguna otra ave dudaba de la magnificencia de este árbol, aunque la savia vegetal aún circulaba con duda por las fibras del tronco cada vez más alto, finalmente, floreció. Se vio suficientemente digno como para dejar un legado al mundo que lo había despreciado y ahora lo admiraba. Los frutos que generaron eran celestialmente azules, pues casi rozaban sus hojas las estrellas y hablaba con las auroras del alba y los arreboles del atardecer como ningún otro árbol lo había hecho. En contraste, las semillas eran rojas carmesí, sangrantemente bellos, fraguadas y forjadas desde la propia experiencia vital dolorosa y solitaria de aquellos inviernos eternos, aunque luciera el sol. Aquella primera ave, ese pájaro, ahora con plumas canosamente blancas, tomó una semilla y abandonó a la bandada de cientos de aves, que habitaban en el árbol antes seco. Se fue en un ocaso de verano, entonando un último trino, mientras sostenía en su pico una esperanza engendrada. Este último concierto alentó al árbol antes seco a estar más vivo, a seguir creciendo, a continuar viajando hasta alcanzar el firmamento. De esta forma, se erigió la gran secuoya que a todos los árboles del bosque y a todos los animales acoge entre sus raíces o bajo sus hojas. Por una mirada distinta, que buceó y halló una belleza peculiar, distinta de la madre. Así, es como una persona que todos antes despreciaba y apartaban de sus vidas por sus rarezas, hoy es admirado por las mismas, pero maduramente florecidas.
Más tarde, pude contemplar una mirada francesa liberada de todo miedo, pero no siempre fue así. Hubo una época en la que calaveras fantasmagóricas le hacían palidecer con los traqueteos de sus carcajadas de sus mandíbulas desencajadas. Le acechaban en los aromas de cada comida, privándole del alimento al cerrar su estómago acongojado. Y aunque cerrara los ojos, le perseguían hasta sus oníricos mundos, donde estaba seguro y donde ahora no quería visitar, desgastándose cada día más por la falta de energía. En medio de esta fatigosa ansiedad, empezó a viajar encontrándose a sí mismo. Cuando volvieron las calaveras gigantes y flotando en sus propias macabras carcajadas, se plantó ante ellas, no vaciló. A cada segundo crecían ante él hasta la enormidad, pero no se movió. Y cuando se esperaba la colisión fatal, la ponzoñosa mordida letal, se desvanecieron, mostrando el humo que eran y siempre fueron. Su fuerza fantasmagórica la succionaban, la robaban. Así que cuando toda esta energía volvió a su dueño, la empleó para mover sus labios y dibujar la misma sonrisa que hoy estoy contemplando.
Por último, vi una mano ensalzando un cincel que ya no trabajaba solitariamente, que se daba segundas oportunidades y pulía sus errores, pero no siempre fue así. Buceando en las estrías del cincel pude ver los primeros intentos de construirse a sí mismo. Todos frustrados, todos iracundamente destrozados a martillazos. No toleraba muescas, aristas imperfectas, ni ningún tipo de fallo.Todo debía ser perfecto al primer cincelazo. Un modelo tan impuesto como inventado, tan asfixiante como imposible. Los trabajos siempre fueron empezados, pero nunca fueron terminados, siempre escombros rotos por la desesperanza y la frustración crecientemente acumulada. Hasta que un día levantó la mirada y viajó por las historias de las montañas, las más perfectas esculturas. Pude observar con atenta mirada que el viento no golpeada, sino que acariciaba, puliendo suavemente, invitando a amoldarse. Así aprendió que toda arista irregular, fruto de su propia debilidad, no debía ser destruida, sino pulida y ,a veces, incluso en compañía. Ahora, este cincel muestra y revela sobre la piedra lo que es y la pule, para alcanzar quien quiere llegar a ser.
Jaume Pastor

 

Matías es graduado en Ingeniería de Organización Industrial por la Universidad Politécnica de Valencia y scout. Es extrovertido, entusiasta y muy curioso.

Lluna Martí Fernández

Juanjo Cordero Macías, nacido en 1995, se graduó en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona y se ha especializado en periodismo científico y medioambiental.

Ha trabajado como redactor en la Agencia EFE y en el departamento de comunicación de la ONG conservacionista WWF. Además, trabaja para promocionar las energías renovables en España, de manera sostenible y en manos de las personas, con la entidad sin ánimo de lucro Ecooo.

Entró en el mundo de las rutas al realizar, de manera independiente, el Camino de Santiago y senderos por Europa. Participó en 'Ruta Siete' en el 2017 y ha viajado a Colombia, México y República Dominicana con la expedición 'Tahina-Can'.

Médica general nacida en Madrid en 1994. El voluntariado sanitario me ha permitido el lujo de descubrir culturas y personas increíbles en Ghana, Camerún, Perú, Brasil y México. Enamorada de la medicina psicosocial he trabajado con el Servicio Móvil de Atencion Sociosanitaria al Drogodependiente de la Comunidad de Madrid. Participé como expedicionaria de la Ruta Inti 2018: el Renacer del Sol. Me encanta la naturaleza, el deporte, viajar y aprender a través de otras personas.

Burgalesa. Graduada en Enfermería por la Universidad Autónoma de Madrid. Rutera en 2021. Inquieta por naturaleza. Fan de la espontaneidad y naturalidad. Participante durante dos años del proyecto de voluntariado Feria de Salud Saharaui cuya acción se desarrolla en los campos de refugiados del Sáhara. Actualmente trabajando en Noruega como enfermera aunque cuando puedo sigo escapándome como monitora de ocio y tiempo libre. Muy disfrutona, me encanta el arte en todas sus formas. Lo único estable en mi vida es el hambre.

Melvin Mendoza es un estudiante de último año en la carrera de Comunicaciones con énfasis en Producción audiovisual en The University of The Ozarks, Clarksville, AR. Apasionado por el arte de compartir historias mediante los medios sociales, siempre manteniendo como base una ética basada en el respeto mutuo y abierto a nuevos aprendizajes.

Ana Tejedor nació 1997, en Sevilla. Es graduada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla, habiendo hecho los dos últimos años en Santiago de Chile y Barcelona y Máster en Comunicación Científica en la UPF-BSM, Barcelona.
Actualmente está enfocada en la comunicación científica, en concreto en la producción audiovisual de contenido divulgativo.
Con luz y un buen enfoque se decide a grabar en cualquier momento.
Participante en la Ruta Quetzal 2012. Graduada en Comunicación Audiovisual. Soy una apasionada del vídeo, la fotografía y el sonido. Comunicar a través del lenguaje audiovisual es mi especialidad, grabando y editando vídeo de eventos, corporativo, documental y ficción.
He trabajado para televisiones locales (À Punt, Plaza TV) y nacionales (Antena 3). Actualmente soy cámara, jefa de imagen, sonido y postproducción, editora y finish, del programa Plaza Lifestyle en Valencia Plaza.
Además del vídeo, mis otras grandes pasiones son viajar (que no turistear), los perros y los cactus.

Mar es una persona que ríe (mucho), llora (bastante) y habla (aún más).

Si quieres escucharla bien, tendrás que estar bien cerquita de ella, porque Mar habla muy rápido y muy (muy) flojo. Podrás bromear (en cualquier momento) y al mismo tiempo hablar de las profundidades más profundas de la vida (en algún que otro ratito).

Sabe escuchar. A lo mejor por eso estudió medicina (o no, ni ella misma sabe por qué lo hizo). Y a veces escribe; si le caes bien, quizá salgas en su próximo relato. Y a ratos dice que quiere ser artista y aprende a tocar instrumentos. Hace cosas así.

También le va la marcha y huye de hacer las cosas porque sí. Ahora quiere empezar a prepararse para ser profesora y estar con criaturas y de mientras, hacer un porrón de cosas más.

 

Beatriz Lázaro Martínez

 

Ruth Juan Domínguez, estudiante de derecho, con múltiples aficiones y con ganas de conocer mundo.

Marta Fernández es profesora, óptica-optometrista, audioprotesista. Amante de los viajes y del deporte, disfruta trasmitiendo a sus alumnos la inquietud por aprender y conocer nuevas culturas.

 

Eva Ruiz es una apasionada del deporte, la educación y la naturaleza. Graduada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y siguiendo su camino como educadora con el Máster de Formación del Profesorado en Secundaria y Bachillerato e investigando en el Departamento de Educación de la Universidad de Alcalá, aspira a convertirse en una futura docente que transmita valores a través del movimiento.
Por otro lado, compagina sus estudios con el ocio y el tiempo libre, disfrutando todos los veranos y durante el año, rodeada de jóvenes en diferentes experiencias educativas no formales, como campamentos o actividades extraescolares.
Eva piensa que la educación es el mayor acto de generosidad posible y que el mundo se ve más bonito con una sonrisa.

Soy estudiante de TD2 de montaña y un apasionado de todo lo relativo a la montaña y la naturaleza.

Leo Canals es tranquila, risueña, con muchas preguntas y pocas respuestas. Disfruta cosiendo mensajes feministas y anticapitalistas en camisetas y yendo de excursión al monte.

Estudió ciencias políticas y se especializó en investigación y género, ahora trabaja en el Tercer Sector temas de pobreza y exclusión social.

Curiosa, extrovertida y alegre. Próximamente graduada en Protocolo, Organización de Eventos y Comunicación Corporativa, siempre anda con algún proyecto en mente y abrazando lo que el futuro le depare.
Le encanta leer, el arte y el medio ambiente pero estar con gente y descubrir sitios nuevos la vuelven loca.