
Por Elia, expedicionaria.
Nada es para siempre, o al menos eso decían.
Cuántas veces nos habremos dormido sin importar donde estuviéramos, vencidos por el cansancio. Y cuántas habremos cerrado los ojos saboreando cada uno de los segundos que transcurrían, escuchando sus voces, el rugido el viento, el temblor de las ramas y sintiendo hasta el más leve de nuestros latidos. Respirando profundamente y concienciándonos de que todo aquello era real.
Y es cuando paras a pensar cuando te das cuenta realmente de la cantidad de cosas que puedes aprender o todo lo que puedes viajar y conocer. Pero sobre todo te das cuenta de cómo son todas las personas que te acompañan en tu viaje.
Las personas que conoces en una ruta no te aceptan por cómo vistes, cómo eres físicamente o lo bien que te llevas con alguien de tu ciudad. Allí todos somos iguales externamente, todos vestimos y nos arreglamos igual, todos dormimos en el mismo suelo y comemos la misma comida. Allí aceptan como eres tú realmente, es como partir desde 0. De repente te sientes una más, sin rechazos por estereotipos, simplemente natural. Y eso, creedme, es una sensación increíble. Te das cuenta de que no hay nada que ocultar si quieres llegar a ser tú misma.
Sin darnos cuenta, con una mochila al hombro y unas cuantas canciones, hemos subido hasta la cima del Toubkal, llegado hasta río de Chefchaouen o caminado durante horas por el desierto. Sin duda todas las experiencias que nos ha aportado la ruta han sido historias de superación, de compañerismo, de amistad. Nos ha demostrado que puedes conseguir cualquier cosa que te propongas si de verdad te crees capaz de ello.
Si no lo habéis vivido nunca, lamento no poder describirlo mejor. Si lo habéis vivido, no necesitáis que os recuerde que se siente.
Cuando pase algún tiempo y mire atrás, os seguiré agradeciendo como con un gesto tan pequeño habéis conseguido convertirme en alguien tan grande. Gracias.
2 comments
Paula
9 noviembre 2014 at 20:01
Me encanta Elia, no podía estar más de acuerdo.
Un besito enorme Paula
Patricia Ruiz
14 noviembre 2014 at 15:13
Qué precioso, Elia.
Besos inteños,
Patri.
Comments are closed.