
Por Alejandro del Bosque, expedicionario.
Es necesario salir de casa para comprender lo grandioso que es el mundo”. Cuando me hablaron sobre esta experiencia pensé que era demasiado bueno para ser verdad; “viaje a Marruecos y descubrimiento personal”. Decidí intentarlo, ver qué era, dejar de estar encerrado en mi cuarto y evitar ser tan sedentario.
Fue una de las mejores elecciones de mi vida. Cuando comencé el viaje dejé de ser uno “yo” para ser un “nosotros”, por cada día que pasaba conocía más y más a los ruteros que me acompañaban en la expedición. Hubo tensiones, como quien las tiene con hermano, pero también vivimos momentazos. Los asombrosos paisajes y lugares que visitamos (no todo el mundo puede chulearse de rodar por una duna), los talleres que nos hacían compartir lo que sabíamos y transmitírselo a los demás, las amistades formadas por el compañerismo…
Escuché una vez que uno no sabe que es feliz hasta que lo recuerda. Sin embargo, yo sé que fui feliz a cada paso que dábamos y, ahora mismo, soy feliz sabiendo lo que tengo como experiencia. Fue una travesía que no dudaría en repetir.