
Por Marta Martínez Rodríguez, expedicionaria
La verdad es que desde el inicio al final de la ruta he estado escribiendo, pensando y reflexionando sobre ella. A veces hacerlo me sirve para volver al pasado y sentir una parte de aquella experiencia, otras para pensar sobre mí, sobre el mundo que me rodea y otras simplemente para aprender de lo que tengo y lo que tuve, de lo soy y lo que fui y de lo que quiero y lo que tengo. Ahora, después de esta iniciativa por parte de la ruta de pedir crónicas a los expedicionarios, tal vez me siento más convencida de querer hacerla. No solo para intentar entender mejor todo lo que he vivido, sino para que el resto pueda vivir de alguna forma todo lo que escribo.
Me parece muy complicado hablar sobre esto, explicárselo a la gente o a mí misma sin dejarme detalles por el camino. Algo que también me ocurre es que siento que cuanto más intensa es una experiencia para mi más difícil me es escribir sobre ella y plasmar la esencia de lo vivido. Sin embargo, creo que las palabras nunca fueron suficientes pero siempre fueron necesarias para entender, para entenderse y para dejar entender al resto. Está claro que las interpretaciones nunca son las mismas y que cada persona siente y vive lo que lee de forma diferente así que lo único que me queda es plasmar con mucho amor este viaje que en tan poco tiempo me ha ofrecido lo que en mucho no he podido conseguir. Y que cada persona extraiga lo que necesite y que complete con lo que le haga falta. Porque a veces ‘’lo esencial es invisible a los ojos’’ y los espacios en blanco pueden contener más información que todo lo que está plasmado.
Poco después de llegar a casa, tras de pasarme un mes y medio fuera de ella, vi encima del escritorio una lista donde estaba escrito todo el material que tenía que llevar a la ruta. Entonces, lo que se me ocurrió fue crear otra lista; no donde incluiría cosas materiales, sino por el contrario donde escribí todo lo que me llevaba de la ruta, todo el aprendizaje compartido con el cual ahora puedo seguir creciendo. Y esto es lo que mejor resume mi experiencia en la ruta, todo lo he podido extraer de ella, porque al fin y al cabo es en esencia todo lo que se queda en mí, todo lo que he disfrutado y sentido.
Así que aquí os dejo la hoja donde plasme los pensamientos más inmediatos que tuve nada más llegar de esta experiencia:
Habéis sido un regalo para mí, pues una parte muy importante de un viaje son las personas que forman parte de él.
He aprendido un poco más que viajar es una forma constante de aprender que la vida puede ser diferente. Y no solo lo he hecho gracias a mí o los impresionantes sitios que hemos visitado, sino en gran parte a toda la gente que mutuamente nos hemos acompañado en este trayecto, a sus conocimientos, experiencias y ganas de escuchar y disfrutar en conjunto.
Espero que tras esta pequeña reflexión os entren ganas de revivir aquellos momentos y emociones de hace unos pocos meses. Y sobre todo, no puedo dejar de animar a aquellas personas que no habéis tenido la oportunidad de salir de vuestra rutina y volar con otra perspectiva a que lo hagáis en cuanto una oportunidad así pase vuestro lado. Porque a veces desde una pantalla de un ordenador, un libro, una fotografía o una canción puedes aprender mucho; pero no hay nada mejor que sentir todo esto en primera persona. No hay nada mejor que disfrutar de la vida que te cuentan que existe lejos de ti.