
Por Carlos Moreno, expedicionario.
Perdida entre la montaña, resuena una canción.
Es la canción de unas sonrisas perdidas en la nada, brillantes, como un
faro en la oscuridad. En mi oscuridad.
Es contener la respiración escuchando un poema, y sentir que una pequeña lágrima de emoción cae entre mis mejillas. Es mi alma elevándose al infinito, es el ronroneo de un gato callejero, y es entender que si la felicidad no es esto, no es nada.
Es un suspiro de placer, un momento con el que podría vivir siempre, es soñar un sueño que nunca acaba. Un cielo estrellado en una noche oscura, una risa sincera, y un silencio que lo dice todo.
Es sentir nuestros cuerpos rozarse, tocarse y unirse, los unos a los otros al compás de una guitarra. Es perderse entre la melodía de nuestros corazones.
Quiero dibujar sonrisas en tu rostro, y que mi pluma pueda describir este momento. Quiero abrazaros y no soltaros nunca, y andar junto a vosotros hasta donde nos lleve el camino. Quiero que la curva de tus labios sea nuestra bandera y que la luz de tus ojos ilumine siempre esta noche.
Quiero perderme, sí, pero perderme con vosotros.