
Esta foto, enviada por nuestro antiguo expedicionario Mario Vidal, está en el complejo del templo de Angkor Wat.
Cuenta la leyenda que Suryavarman II tras alcanzar el poder asesinando a su hermano, el por entonces rey del Imperio Jemer (1113 – 1150 d. C.), quiso buscar un lugar del agrado de los dioses que le legitimasen. Para ello, soltó un buey en la llanura, construyendo este magnánimo templo allá donde el animal decidió tumbarse, lugar que sería su capital.
Fueron 37 años de construcción, siendo interrumpida esta obra por la muerte de Suryavarman, el rey que buscaba el favor de los dioses y a quien el tiempo le privó de ese privilegio.
Con el tiempo la religión oficial de la zona fue el budismo, y los antiguos templos hindúes fueron abandonados, perdiéndose en la corriente del tiempo. Pero Angkor Wat resistió a los envites de la Historia, los monjes budistas continuaron habitándolo y cuidándolo, creciendo la selva a su alrededor y aumentando el misticismo del lugar.
Aunque siempre se mantuvo vivo su recuerdo en la población local, y los europeos la visitaron asiduamente desde el s. XVI, no fue hasta finales del s. XIX cuando este templo tuvo repercusión mediática, y fue “redescubierta” al mundo occidental, dándole forma a una leyenda viva, que sería declarado Patrimonio de la humanidad en 1993, siendo hoy en día la imagen del reino de Camboya.