
Quedan 3 días.
El final de la Ruta está cerca, las mochilas ya no están hechas de ropa sino de personas.
Ya acostumbrados al megáfono, nos levantamos y nos preparamos para una de las últimas sesiones de talleres: hoy globoflexia, body balance, vegetarianismo y prejuicios sociales.
Una vez terminados los talleres, mochila a la espalda, caminamos hasta la basílica de Estrigonia, y tras esto nos acercamos a un parque a comer, a las orillas del Danubio. Un Danubio que ya ha crecido mucho desde los primeros días que lo vimos, cuando casi parecía un charco. Al terminar la comida y preparados para subir al bus, una sorpresa nos espera, parece ser que era mucho mejor idea llegar a Budapest en barco que en bus, curiosamente nadie pone pegas.
Antes de llegar a Budapest tenemos una pequeña parada en Visegrado para visitar su emblemático castillo; bonito, pero, al igual que con la basílica, se hace dura la subida por el calor.
Finalizado el castillo, 2 horas y media de barco por el Danubio nos esperan.
Hay muchos lugares donde estar, pero no donde ser. Creo que este tipo de viajes es uno de esos momentos que te dan la oportunidad de ser, de disfrutar tú mismo de lo que ves, o de compartirlo con esas personas que has conocido en los últimos días. Nos acercamos a Budapest, se empiezan a ver edificios. De repente, el parlamento iluminado atrapa todas las miradas; para quien nunca ha estado en esta ciudad, es algo para recordar. Ciutadella, castillo de Buda, y el barco llega a su fin. Los autobuses nos llevan al polideportivo donde pasaremos los últimos días de Ruta.
La Ruta está terminando, se siente el cansancio de las caminatas, las colas para comer, caminar bajo el sol y los traslados en autobús, que se mezclan con la ilusión y las ganas de aprovechar al máximo estas últimas horas con toda la gente que se ha convertido en nuestra familia este mes.
Quedan 2 días.
Ricardo Ander-Egg Aguilar (expedicionario)