
Por Elena Real, expedicionaria.
Una dulce melodía inunda el espacio del nuevo pabellón en el pueblo del Toboso. Todos encantados se van despertando hasta que un estruendoso sonido simulando a una ballena nos deja perturbados para el resto del día. Tal acontecimiento marcó tanto a los inteños que al final del día una oleada de firmas intentaba evitar que ese suceso ocurriera de nuevo.
Pero al margen de todo esto, decir que el pueblo del Toboso nos acogió desde anoche con los brazos abiertos. En primer lugar, dimos una vuelta cultural por las calles y callejones siguiendo las frases que constituían el capítulo nueve del quijote. En cada rincón y en cada esquina, las frases aumentaban a cada paso que dábamos – a qué palacio tengo que guiar…- decía Don Alonso Quijano, alias El Quijote, entre otras frases hasta llegar a nuestro último recorrido: el palacio de Dulcinea.
Después del sofocante calor, la gentileza del pueblo Tobosano nos preparó una comida con entrantes y segu plato, además de tener la posibilidad de sentarnos en sillas y comer en mesas. Nueva tecnología de alto alcance desarrollada a partir de hoy. Todos estábamos asombrados con tanto lujo.
La comida fue la siguiente; en primer lugar, una fresca ensalada de tomate, cebolla y aceinutas, y de segundo una suculenta caldereta de carne con pimientos más bebida a parte.
A medida que va avanzando el día, el cansancio iba apareciendo en los expedicionarios, el calor les afectaba y el esfuerzo mental que requerimos para hacer los talleres de teatro, pintura e historia antes de la comida ya se notaban al encontrar la gran mayoría de los platos de aluminio vacíos.
¡Recuento!- se oye de repente decir a los monitores para disponernos a subir a los buses y dirigirnos a nuestro nuevo destino: CUENCA. Esta nueva cuidad manchega sorprende al ver el cambio que habíamos visto a lo largo de los días anteriores, lleno de cuestas, verdes parques, casas con encanto… creo pensar que ha sido una cuidad que me llamado la atención y con creces. La noche cae y todos juntos nos disponemos a perdernos por las calles de Cuenca mientras hacemos al mismo son una gymkana. El día acaba y toca dormir, después de todo lo tenido que mejor recompensa que comernos un bocata de pollo con tomate y posteriormente llegar al saco y simplemente dejarte llevar por el cansancio, el ruido de las cremalleras del saco y los pasos de cada uno de nosotros hasta adentrarte en tus sueños y nuevas vivencias.