
Por Alejandro Martínez García, expedicionario.
Pensaba que el sonido del despertador era incómodo y desagradable hasta que me despertó el agrio sonido del megáfono de Marco (monitor de teatro).
¿Habéis vivido alguna vez un despertar en un polideportivo? Os lo explico, es un tanto curioso…..
1. Marco grita una frase de la que nadie se entera (y mucho menos entiende) y enciende la sirena, tan delicada y sutil como una sirena puede ser (la de sonido, no la del mar).
2. Ruido, cremalleras, platos, sacos recogiéndose …. ¡Buenos días! (Imaginad esto)
3. ¡Vamos vamos, a cargar las cosas en el bus!
Además es muy curioso, pues las luces del polideportivo se encienden poco a poco, simulando un amanecer acelerado y un tanto artificial.
Hoy Marco tuvo el honor de despertarnos en Ossa de Montiel, algo más tarde de lo normal, que vino siendo alrededor de las nueve. Esto último se agradece. ¡Y vaya día que hemos tenido! Talleres multidisciplinarios de pintura, teatro e historia y antropología para comenzar la mañana en un parque cercano al poli.
Luego, los que no tenían tuvieron suficiente descanso pudieron descansar en el bus camino a Belmonte (Cuenca). Hemos tenido una acogida estupenda, y el ayuntamiento nos ha cedido por unas horas la piscina municipal para pegarnos un chapuzón.
La comida fue bien, el equipo de cocina cuida cada plato para hacer una dieta increíble. Y no solo lo digo para tranquilizarles queridos lectores, es cierto. Hoy: ensalada de legumbres al almuerzo y hamburguesa con puré de patatas para cenar.
Tras el almuerzo, el suelo del parque donde estábamos sentó genial: alguna siesta, las primeras conversaciones “en profundidad” entre ruteros o un frío helado que sentaba genial en contraste con la temperatura que anda haciendo. Pero el tiempo libre dio mucho más de sí, y muchos aprovecharon para comprar materiales que necesitaban, tomar un café o ensayar la próxima actuación en El Toboso. La tarde ha dado para mucho. A veces en un viaje tan ajetreado estos cortos momentos son gloria para la imaginación, y muchos escribían o dibujaban frente a un grupo numeroso de ancianos jugando a la petanca.
Tras ello, una breve cena, resumen diario e iniciábamos una gymkhana alrededor de todo el pueblo de Belmonte. Durante la gimcana hemos recorrido seis puntos diferentes en grupos de diez expedicionarios compitiendo entre sí. Eran seis puntos de gran interés cultural, donde nos explicaban pequeñas nociones de un tema adjunto al punto al que llegábamos. El premio, en principio sorpresa, fue una estupenda caja con pastas tradicionales de Belmonte, que repartimos entre todos los expedicionarios.
¿Qué más queda por hacer en un día como este?
Ya vamos a dormir un poco, mañana amanecerá de nuevo en el polideportivo, y quién sabe que viviremos o qué pasará. Estas son las cosas de la ruta, días en los que explotas el tiempo hasta que no da más de sí, pero… ¿Para qué si no estamos aquí?