
Por Laura de la Puerta, expedicionaria de la edición 2016:
Amanecimos a las 5 de la mañana en Puebla de Sanabria con muchísimo frío. Tanto que no parecía verano. Subimos al autobús y nos dirigimos al cañón del río tera para iniciar una larga caminata.
Al llegar nos dividimos en dos grupos; los illari y los aitauara. Me uní al grupo de los illari y, aunque habíamos madrugado mucho comenzamos la caminata con energía cantando a pleno pulmón un amplio repertorio de canciones que iban desde el ‘aserejé’ a ‘el rey de la tarima’ pasando por canciones de Loquillo y ECDL.
Llegamos a una laguna en la que los dos grupos nos un mismo y disfrutamos de un estupendo baño.
El paisaje era una maravilla y la caminata estuvo genial. Me encantó ver como algunos de los ruteros y personas de organización que comenzaban la caminata tímidos y tarareando las canciones en voz baja, conforme iba avanzando la mañana, se unieron arriba y terminaron dándolo todo.
A la hora de comer nos trasladamos al lago de Sanabria donde almorzamos y estuvimos descansando media tarde.
Después tuvimos una serie de talleres de pensamiento científico en la que aprendimos el funcionamiento de un microondas.
Antes de abandonar el lago nos dieron nuestra primera clase de árabe. Me resultó muy curiosa e interesante aunque las únicas palabras que conseguí retener fueron amira que significa princesa y tombil que es coche.
Por último teníamos preparada una cena en Castro de Sanabria con los vecinos del pueblo entre los que se encontraban Fernando y Conchita, abuelos de nuestro director en ruta Nano. Todos fuera en calentadores, nos comimos una caldereta que hasta ahora ha sido la mejor comida de la ruta.
Y al fin descansamos.