
Por Jorge Sanz, expedicionario de la edición 2016:
5º día en ruta. Escribo esto antes de dormirme tras un largo día, tras levantarnos temprano y, después de coger fuerzas con el deporte matutino y un consiguiente desayuno, nos montamos en nuestro autobús. Ya han desparecido las conversaciones sobre el nombre y los estudios. Aunque aún no lo notemos ya se va formando esa ‘familia’ de la que tanto habla la gente que ya ha vivido esto.
Llegamos a lo que pasa mí ha sido uno de los momentos clave de la ruta, ‘El diario de viaje’, una charla que, a parte de hacer plantearse el hacer un diario de nuestro viaje (algo que muchos ni pensábamos cuando nos pidieron que llevásemos cuaderno y bolígrafo), nos hace pensar en lo especial único que es este viaje, como el simple hecho de ir todos de un color puede hacer que nos despojemos de lo que cada uno aparenta en su vida diaria y mirarnos todos como iguales. Ver como juntan a talleres, personas, cada una con su vida, sus experiencias, sus conocimientos y consiguen que nos enseñemos todo entre todos tantas cosas, sin ninguna influencia externa, es algo realmente difícil de conseguir y de encontrar.
Tras esta charla de alguien que sabe tanto de las personas y que nos hace ver porque estamos aquí, viajamos a nuestro lugar de residencia durante 2 días, Puebla de Sanabria. Una comida que llega un poco tarde, pero no nos importa, una sesión introductoria de talleres y, para acabar, un poco de tiempo libre que ayuda a despejarnos. Ver que aunque todos somos simplemente personas normales que viajan juntos creando personas excepcionales.