
Por Patricia Capdevila, expedicionaria 2016:
Hoy ha sido nuestro primer amanecer en Flilu. A diferencia de otros días, nos hemos despertado con el canto del gallo y con el sonido de las cabras y las vacas que hay en nuestra casa, a la vez que Fatima nos tocaba la puerta gritando ‘bonjour’. Encima de la mesa teníamos el desayuno preparado: tortilla de huevos recién recogidos, leche de vaca recién ordeñada, el típico té marroquí y pan recién hecho.
Después de desayunar, nos hemos dividido para realizar las distintas tareas que una familia Amazigh realiza en su día a día. A mí me ha tocado segar alfalfa para, posteriormente, dársela a los animales. Después de eso hemos realizado diferentes tareas domésticas y hemos ayudado a hacer la comida: tallín, un plato típico marroquí con verduras y pollo.
Aunque solo habíamos pasado allí una noche, ya nos hacíamos a la idea de cómo vivía una familia Amazigh, y tanto los padres como los hijos de la familia nos habían acogido con una gran amabilidad.
Por la tarde hemos organizado un torneo de fútbol con los jóvenes Amazigh del pueblo para poder hablar con ellos y que nos contaran como era su vida en un poblado así.
Para cenar, nos hemos juntado en nuestra casa las tres casas del poblado y posteriormente hemos tenido un encuentro musical con los jóvenes Amazigh: ellos han tocado la música que escuchan en su día a día y nosotros hemos hecho lo mismo, creando un ambiente mágico de intercambio cultural.