
Por Javier Terrero.
Con el sol ya levantado, la expedición prosigue su aventura por tierras marroquíes. Una hora de bus separan Assilah, nuestro lugar de partida, de una nueva ciudad cargada de peculiaridades y magia: Tetuán.
La capital del viejo protectorado hispánico esconde los vestigios de nuestra propia historia. El español, clara muestra de ello, se erige como lengua europea dominante a diferencia de territorios del sur, donde prima el francés. La ciudad, de relevante importancia para el país vecino, precisamente por su comercio con la Península y Ceuta, conserva en la Medina su clásico mercado o zoco.
Centenares de puestos, ocupando prácticamente toda la calle, dificultan el paso de compradores locales y pequeños grupos de turistas, más bien escasos en la zona, inmersos en la tarea de encontrar las mejores ofertas. La variedad de productos sorprenden a nuestros occidentales ojos, poco acostumbrados a una venta semiambulante tan autóctona. Numerosos gatos rodean las tiendas de alimentación mientras mujeres veladas se agolpan en tenderetes de ropa tradicional.
Más allá de las puertas de la Medina, Tetuán esconde viejas reliquias como la catedral, el consulado español, o uno de los palacios reales, presentes en todas las ciudades importantes, con actual uso bajo el reinado de Mohammed VI, que complementan y enriquecen nuestra visita.
Tras la comida, en el conocido como parque de la Alhambra, la expedición avanza de nuevo, esta vez hacia la maravillosa ciudad de ChefChaouen. La tarde se dedica a celebrar una asamblea en el instituto donde pasaremos la noche. En ella, organización y expedicionarios se ponen de acuerdo, de manera democrática, en lo referente a todas las cuestiones de campamento, comidas, futuras actividades etc.
La noche cae en pleno debate. Suena la sirena, la ciudad puede volver a comer y beber de nuevo. Apenas un día falta para que termine el Ramadán. Los expedicionarios se retiran a la cena, se asean y se preparan para dormir. Mañana muy temprano continúa la aventura. Se apagan las luces. El campamento duerme.