
Por Irene Landa, expedicionaria de Ruta Inti 2016:
Nos despertamos en Fez, empieza nuestro segundo día en esta impresionante ciudad. Tras organizarnos y desayunar, unas guías nos sumergen en este caótico mar de callejuelas estrechas que es la medina de Fez. Calle tras calle se suceden diversos puestos de frutas de tamaños enormes, carnicerías de gallinas frescas (tan frescas que te las venden recién matadas), tiendas con ornamentadas carrozas para bodas marroquís y miles de tesoros más.
Entramos a conocer más a fondo algunos comercios típicos de la zona. Desde una tienda de telas; donde nos acompañaba el rítmico sonido de las máquinas de costura tejiendo pañuelos de vivos colores, a una curtería, e incluso una herboristería que resultaban ser las farmacias locales. Lo que más me llamó la atención fue la paleta de colores de los tintes de la curtería mezclado con el paisaje urbano de Marruecos: una imagen única.
Una vez terminamos nuestra visita por este laberinto de calles y callejones nos sentamos en un parque para dar una nueva sesión de talleres. En mi caso, de antropología. Hablamos de un tema muy interesante, y que de hecho nos viene muy a cuento: el turismo. ¿En qué medida se ven afectadas las culturas que acogen el fenómeno del turismo? Estos temas sobre el choque cultural o respeto hacia otras culturas nos acompañan diariamente como ruteros, turistas que somos y hacen que veamos este viaje con nuevos ojos.
Por la tarde tiempo libre por la medina, nos volvemos a perder conscientemente por las calles, a pararnos por cada rincón, a disfrutar de cada recoveco que nos ofrece Fez. Pero sin duda, mi mejor momento del día ha sido el que viene a continuación. Al atardecer subimos a una pequeña colina junto a la muralla para ver la puesta de sol desde las alturas.
Siempre digo que no conocemos una ciudad hasta que la observamos en panorámica. Es entonces cuando somos capaces de verla en toda su totalidad. De ver sus movimientos, su manera de funcionar, ver cómo late la ciudad. Fez, como ya sabíamos por lo que hemos deducido a la mañana, es un laberinto. Pero sólo ahora, en este momento, en el que podemos disfrutarla todos juntos, desde el exterior, es cuando nos damos cuenta del impresionante e imponente océano de vida y actividad ante el que nos encontramos.