
ºFez es un laberinto en el que hasta las sombras se pierden. La Medina antigua, construida en el S.X, alberga el mayor zoco de Marruecos. 9.500 son sus calles. Más de 1500 de ellas dan a un callejón sin salida. Ni siquiera los mapas recogen todos los quiebres de la ciudad.
La visita comienza con la vieja mezquita-madraza, construida en el S.XIV. Su enorme patio se despliega ante nuestros ojos. En el extremo opuesto a la entrada, una hendidura peculiar marca las diferencia frente a edificios similares visitados anteriormente. Al parecer, un pequeño riachuelo atravesaba la mezquita y viajaba por parte de la ciudad durante la Edad Media, permitiendo la afluencia de fuentes en todos los patios de las casas. Como en multitud de mezquitas del país, también en esta se acogieron a estudiantes de teología en la época, destinados a convertirse en futuros imanes del mundo musulmán, lo que explica la presencia de ventanas de madera que dan al mismo patio, pertenecientes a las habitaciones de los jóvenes aprendices.
Fez es considerada la capital religiosa del país, entre otras cosas por su número sorprendente de edificios religiosos, así como por la antigüedad y tradición de los mismos. Sólo en La Medina, habitada por hasta 400000 personas, se constata la existencia de unas 300 mezquitas. La cantidad en proporción es tan superior a la europea que nos resulta insólito que todas ellas se mantengan en uso.
La expedición se adentra más y más en las profundidades del mercado. Se visitan los principales gremios artesanos . AsistImos a los tradicionales talleres de ebanistería y a la vieja curtiduría. En ella, desde lo alto, con ramas de hierbabuena que camuflan el olor, los expedicionarios vislumbran las piscinas en las que se sumergen las pieles. Continua el recorrido con los telares, donde se nos imparte una breve lección práctica sobre la confección de mantas y pañuelos. La mañana termina en una típica herboristería bereber. Al llegar al hotel, donde nos alojamos, los expedicionarios ya gozan de una visión global de los distintos sectores económicos de la ciudad.
La tarde se dedica al tiempo libre. Fez esconde miles de misterios. La cultura marroquí es asombrosa. Hay un vaso en cada fuente de la ciudad, atado a un cordel, del que beben todos aquellos que lo deseen. La población más pobre no necesita pagar la comida, los comerciantes la entregan de manera gratuita. El regateo está a la orden del día. La muchedumbre impide el avance por las calles. La poesía y la música se extrae de cada rincón de los más de 500 barrios que la componen.
La noche nos sorprende cantando en la azotea del hotel. El viento nocturno nos acaricia el rostro. El día ha llegado a su fin.
Cuando miro atrás, y veo todo lo que hemos hecho, lo que fuimos y lo que somos, solo se me ocurren dos palabras: Ruta Inti.
Mañana la aventura continúa.