
Por Paula Cristina Muñoz Torres, expedicionaria:
Comenzamos como ayer nos amenazó Guille que íbamos a hacerlo; con una (ligera) caminata de 6 horitas y 26 km para ir entrenando para Marruecos, decían. Con más ánimo del que esperábamos, gracias a nuestras seis horitas y pico de sueño, hicimos una recogida exprés de los bártulos y fuimos libres de ir a nuestro primer desayuno. Este tuvo lugar, de nuevo, en la azotea del polideportivo. Esta vez con un poco más de brisa fresca de la mañana.
Ahora sí que sí, bocadillo en mochila y crema solar en mano, empezamos a movernos. Para empezar, fuimos divididos en 2 grupos, los lentos y los cojos; ya con divisiones internas marchamos rellenando huecos.
Cancioncitas a la más pura capella nos hacían las veces de sombrillas para evitar la burla del señor Inti, que hoy le había dado por madrugar tarde. Lo prometido se cumplió: lo que nuestros azules ayer habían recorrido en dos horas y media sin comida ni agua, a los pollitos nos llevó seis. Tras una subidita chula llegó la primera pausa de agua y después de otro trecho llegamos a una carretera asfaltada muy agradecida. Curva tras curva, tras cuesta, tras cuesta, llegamos sanos y enteros a la cima del Abantos. Reconozco que nos hicimos un poco los enteros para las fotos, si bien solo queríamos encontrar una sombra entre tanta solana pero teníamos que darle una sonrisa a la cámara, y nuestro nuevo grito de batalla: ¡Viva la Ruta Inti!, o similar, con variaciones según zonas.
La bajada fue un poco más piadosa, con un pelín de viento alentador, hasta una fuente fría. Eso si era agua bendita para nuestras gargantas. En este break tuvimos nuestro almuerzo real, el primero de los que haríamos al aire libre, y además de nuestra mutua compañía compartimos el descanso con otros varios diminutos igualadores seres que se resistían a ser captados por nuestro equipo de cámara; véase mariposas y mariquitas.
Continuamos nuestra marcha abajo por las cuestas rompe-rótulas y llegamos a nuestro refugio a tiempo para la ducha y la siesta.
Como buenos españoles, nos levantamos a eso de las 17:30, para comenzar con las presentaciones que nuestros jefes de talleres nos iban a exponer. Decidirnos por uno fue, cuanto menos, dificilillo; nuestras opciones eran: rama artística, a escoger entre árabe y dibujo en estaño, y la rama académica, donde el abanico se nos abría a antropología, historia, música, ciencias políticas y pensamiento científico. Nos dejaron decidiendo con una conferencia sobre una pareja de reyes ‘bastante bondadosos’ y ‘que les gustaba rezar’, en palabras del conferenciante Nano, bastante interesante (y extensa) pero ya aprenderemos que con Nano ninguna charla resulta demasiado escueta ni aburrida.
Llega a su fin nuestro primer día de ruta después de la llegada. Una buena cena en la azotea y un poco de salsa al ritmo que marcaba Guille, terminamos derrotados de sueño en las esterillas.