
Por Javier Terrero, encargado del blog y coordinador de talleres.
Un plato de cereales se posa en una esquina exterior del polideportivo, solitario. Grecia, como idea, ya es parte consciente de la expedición, y estos días tienen un matiz de punto de inflexión. El desayuno se termina veloz, y una larga fila, una mancha alargada y amarilla, abandonan las instalaciones.
Con la mañana ya avanzada, la expedición concluye el traslado al parque de la Ciudadella. Los altos árboles que rodean a la comitiva proporcionan una fresca sombra, y resuenan los unos con los otros al paso del viento. Una pérgola de techos de madera, a los pies de un lago plagado de estatuas clásicas, en tonos de mármol y oro, será el destino de los expedicionarios.
En este emblemático lugar, acompañada por FEDER, la Federación de Española de Enfermedades Raras, se lleva a cabo una actuación músico – teatral con el fin de concienciar a la población de la realidad en la que viven las familias y los propios afectados por estas enfermedades, a menudo olvidadas, especialmente en el campo de la investigación.
Mientras el profesor del aula de pintura, Erick Miraval, lleva a cabo un elogio a la espalda, destruyendo y construyendo su obra, en función de la posición del público, atento a cualquier cambio de expresión, a cualquier matiz de tonalidad, al avance de la sombra, la expedición sale a la búsqueda de fondos para la organización, vendiendo chapas, pulseras y demás abalorios.
Los niños, maravillados ante tal despliegue de creatividad, se sientan en primera fila, y cuando la actuación toca a su fin, se vuelcan con la pintura de un mural, que se guardará de recuerdo en el día de hoy. Gigantes pompas de jabón, venidas de otra esquina de la plaza, se fusionan con el público, y la escena recuerda a un eterno verano.
Tras una comida de campaña, la expedición disfruta de un tiempo libre en la ciudad condal, anfitriona de distintos pueblos, protagonista de la historia de España, incluso en épocas contemporáneas. La Sagrada Familia, la Casa de Gaudí, el Paseo de las Ramblas… Los expedicionarios toman su destino en función de sus intereses y sensibilidades, callejean por barrios olvidados, mojan sus pies en el mar.
El tiempo libre finaliza y la expedición vuelve a L`Hospitalet. Tras la cena, se despide de la expedición una expedicionaria, Marta, que no podrá continuar en la etapa griega. Con la emoción a flor de piel, la noche ya avanzada, y el miedo ante lo desconocido, la expedición cae en un profundo sueño.