Lucía Ferre, Almería.
Lucía tiene 22 años, es de Almería y es expedicionaria del Grupo 3 de Ruta INTI. Estudió Derecho en la Universidad de Málaga y es nuestra novena cronista.

Son las 3.30 de la madrugada. Salgo de la tienda y me saludan las luces blancas de las frontales de mis compañeros que desmontan las tiendas, arman sus mochilas y corren a la cola del desayuno. Es noche cerrada todavía en la mitad de la selva de Petén.
Dos horas más tardes, amanece de camino a Calakmul. El sol se cuela entre los árboles, descubriendo diferentes tonos de verde. La garganta se para. Sobre nosotros, una familia de monos arañas se balancea de rama en rama.
Cuando llegamos a Calakmul está vacío. El guía nos da un paseo por las pirámides y nos deja tiempo para perdernos entre los árboles.
En la cima de la pirámide, las vistas hacen que merezca la pena madrugar. La selva se extiende hasta el horizonte. Tengo los pies en una piedra milenaria. Los monos emiten sus sonidos, las mariposas salen de los árboles. Me siento muy agradecida de estar en consonancia con toda la experiencia que estamos viviendo.
El día pasa y más tarde ya estamos de camino a Hacienda Tabi. El viaje se convirtió en nueve horas de autobus por culpa de la lluvia. Cuando llegamos a lo que fue nuestro primer hogar inteño —mientras montamos el campamento— corren todas las historias: que si las goteras en el bus, que si el control de policía, que una roja en el camino que no permitía avanzar…
Nos acostamos tarde pero ilusionados por la caminata de mañana. Estoy tan cansada que no tuve tiempo de plantearme nerviosismo, miedo o algunas preguntas como si iba a aguantar o no. De todas formas, sé que si no aguanto por mi, el hecho de caminar en grupo me va a motivar suficiente para poder llegar.