
Crónica del día 4 de agosto:
No hay que dar el día por perdido hasta que acaba. Esa era la reflexión de una de las ruteras con las que se concluía la puesta en común de ideas de la noche anterior al 4 de agosto.
Entre la lluvia del amanecer nos despedimos del campamento de Fort William. Durante la mañana visitamos el lago Ness, donde Santi, del equipo académico, explicó el funcionamiento de las esclusas; y Nano, director de Ruta Inti, habló de las leyendas en torno al monstruo. Los testimonios detrás de Nessie, el monstruo del lago, son, al igual que las buenas leyendas, unas de esas historias que se cuentan tantas veces que convierten lo banal en inmortal. Los ruteros lo sabían, y con una leve llovizna, después de las preceptivas fotos, partimos hacia la isla de Skye.
Interrumpimos el camino para realizar una visita cultural a Eilean Donan, un castillo del siglo XVIII que sirvió como fortaleza al Clan Mackenzie y sus aliados, el Clan MacRae. Nos maravillamos con los alrededores del castillo, que conectan el lago Duich, el lago Long y el lago Alsh; y después de reponer fuerzas continuamos hacia la isla.
Skye está en la costa noroeste de Escocia, y a ella llegamos mediante un puente que la conecta con la gran isla británica. Es conocida por sus accidentados paisajes, sus pintorescos pueblos de pescadores y sus castillos medievales. Montamos el campamento en un entorno con una belleza inefable y después de realizar sinergias y convivencias, cuando nos disponíamos a comenzar los talleres, apareció una incontrolable lluvia y nuestros ya conocidos midges.
A veces parece que todo lo bueno se disipa cuando algo malo ocurre, por nimio que sea. En este caso, lejos de ser pasajera, la tormenta, de alerta amarilla, nos acompañaría durante la totalidad de la noche. Fue en ese momento, cuando por fuerza mayor se paralizaron los talleres, en el que la reflexión de la noche anterior regresó a nuestras cabezas: el día no está perdido hasta que de verdad concluye.
Intendencia nos preparó unas maravillosas salchichas con patatas y hamburguesas vegetarianas para levantar los ánimos. Ya con la noche entrada, la jornada concluía con unas risas tan incontrolables como la lluvia. Eso hacía entender que las expedicionarias, de nuevo, habían superado el objetivo del día: ser felices en Ruta.
Miguel Ángel, coordinador académico.