Patricia Fernández Labrador, Madrid.
Patricia tiene 19 años, es de Madrid y es expedicionaria del Grupo 5 de Ruta INTI. Cursa el segundo grado de Estudios Hispánicos en la UAM y es nuestra séptima cronista.

Después de haberlo dado todo en una fiesta de improviso en el paseo marítimo de Campeche y de dormir plácidamente bajo nuestras mosquiteras imitando a las crisálidas, amanecimos el día 30 de julio con los cantos de sirena de Ester y en cuestión de minutos ya habíamos revolucionado el polideportivo y estábamos preparando física y mentalmente nuestros cuerpos para el día con el entrenamiento de atletismo de una de las ruteras.
Al entrenamiento le relevó el desayuno. Tengo que decir que personalmente (aunque estoy segura de que mi sentimiento es compartido por muchos) me sentó de maravilla estrenar unos cereales nuevos, de esos de chocolate y otros valores de chocolate que la conciencia prefiere no conocer.
Muy prontito por la mañana ya estábamos en el Instituto Campechano escuchando la conferencia de Alberto Velázquez Solís sobre el proyecto de la nueva Centro Interdisciplinario de Investigación y Desarrollo Alternativo Y Yich Lu’um A.C. de Campeche, y aunque había alguna que otra cara de sueño se creó una charla muy interesante gracias al flujo inmenso y constante de nuestras preguntas curiosas y a la amabilidad de los conferenciantes que las atendían.
Directamente desde allí fuimos hacia la Playa Bonita, subidos como sardinas en lata apretados en los buses, tan cerca que podría decirse que íbamos reforzando vínculos, afortunadamente ya habíamos perdido cierto sentido del olfato.
Una vez en la playa nos recibieron los DJs con unas palabras para nosotros y música a tope que amenizó nuestro tiempo en la playa. Nos bañamos en las aguas cálidas del Golfo de México, jugamos, salpicamos, conversamos, algunos valientes incluso se subieron a unos hinchables cercanos para volver a ser niños.
Mientras comíamos en una terraza sobre la playa se presentó Chaak, la deidad maya de la lluvia, quién decidió interrumpirnos con su tormenta. Bajamos corriendo a salvar nuestras cosas y una vez recogidas, volvimos a salir con el único propósito de empaparnos y una cosa lleva a la otra y terminamos bañándonos bajo la lluvia, para mí fue un momento especialmente mágico. Salimos de entre la marea y empezamos a vestirnos con nuestras camisetas amarillas, nos encontramos nuestro suelo totalmente inundado de agua y nuestros corazones de alegría y de ganas de cantar y de bailar mientras esperábamos nuevas directrices.
La tormenta no nos permitió hacer la dinámica establecida allí y tuvimos que cambiar el plan y regresar al campamento. Siguiendo con la temática de los ODS nos propusieron “crear” una empresa con objetivos por mejorar, lo pasé muy bien creando la nuestra con mi grupo.
Terminada la dinámica dió comienzo el tiempo libre, salimos, compramos, paseamos por las calles céntricas de Campeche disfrutando de su iluminación nocturna, de su ambiente, de su festival de música jazz, de sus olores y también de sus sabores puesto que muchos aprovechamos para cenar fuera, ¡benditos precios! y algunos incluso recenaron de vuelta en el campamento.
Hacía una noche maravillosa y me dió mucha penita dejar de pasear por la ciudad para entrar de nuevo al campamento, pero gracias a que una vez dentro nos recibía allí la orquesta incansable que hemos formado y que nada tiene que envidiar a las fiestas de los pueblos —es increíble el sentimiento de comunidad que ha florecido en la ruta a solo una semana de su comienzo— fui olvidando que la ciudad se quedaba fuera mientras las ganas de darme una ducha iban creciendo.
Puedo decir que me di la ducha que más he disfrutado en mi vida, cantando a todo pulmón con las demás chicas que se encontraban por allí. Lavé algo de ropa, tendí, conversé con gente maravillosa por la noche y me fui a dormir sabiendo que al despertar me esperaría una mañana ajetreada, pero no sin antes haber disfrutado, al menos unos segundos, de las vistas al campanario de la Catedral Nuestra Señora de la Concepción y de su cúpula, recordando cómo la había visto iluminada poco antes. Su imagen se grabó en mi mente hasta ser desplazada por el sueño y ya no os puedo contar más.