Elisa Verdión Alegre, Extremadura
Elisa Verdión Alegre tiene 20 años, es de Cáceres y es expedicionaria del Grupo 3 de Ruta INTI. Cursa el tercer grado de medicina de Universidad de Sevilla y es nuestra quinta cronista.

Hoy empezamos el día de una manera muy especial: plantando un árbol. Cada uno ha elegido libremente un lugar de Tabi para hacer florecer su propia semilla, tanto literal como metafóricamente. Aunque apenas llevamos cuatro días aquí, está haciendo ya se sienta casi como un hogar y creo que entre caminata y caminata la echaremos de menos (sobre todo su piscina).
Tener la oportunidad de ayudar a mantener viva la flora de este sitio tan mágico es un privilegio, y ahora supongo que puedo decir que he cumplido uno de los tres requisitos que hay que hacer una vez en la vida. Sólo me queda el hijo y el libro 😉
Después del desayuno a mi grupo le ha tocado el taller de supervivencia impartido por Maykol, quien nos ha enseñado a hacer fuego, construir un refugio y hervir agua para hacer té. Es curioso cómo en realidad podemos vivir, con mucho menos de lo que creemos y cómo la naturaleza nos ofrece mucho más de lo inimaginable. Me he quedado con una frase muy bonita que él ha dicho y decía así: cuida el fuego cuando sea pequeño, que él cuidará de ti cuando sea grande.
Nano, quien se sienta a nuestro lado para contarnos aventuras e historias siempre que tiene oportunidad, ha impartido una charla sobre los mayas y su habilidad no sólo para sobrevivir en la jungla sino para formar una civilización. Resulta muy enriquecedor escuchar a una persona que ve, se mueve y sabe tanto como él. Yo personalmente quedo impresionada y con ganas de investigar un poquito más.
Después de la exposición de tips de Rosa para sobrevivir en la ruta (donde se incluían espléndidos métodos para defecar en la jungla jeje) hemos montado tiendas de campaña en equipos para irnos acostumbrando a nuestra nueva realidad. Yo no he ayudado especialmente pero lo de decir que mi grupo clava piquetas que da gusto. Creo que montar tiendas de campaña no es mi gran pasión, lo que resulta que sí… ¡Son las telas aéreas! (Mamá, si lees esto que sepas que he descubierto que he nacido para el circo). Gracias al taller de Jimena hemos podido columpiarnos en los aires con el cielo cubierto de telas naranjas y moradas formando un atardecer increíble.
Un poco de música y charla antes de cenar para cerrar un día increíble. Realmente siento que llevamos aquí mucho más tiempo del que hemos estado realmente, pero en el mejor de los sentidos. Estoy muy contenta, tranquila y en constante aprendizaje.
Mañana nos despedimos de este bellísimo lugar que tantos recuerdos nos ha ayudado a forjar: me da un poco de pena pero estoy deseando saber lo que nos depara la ruta, que -como bien se dice- siempre sigue viva.