
Hoy toca madrugar. A las cinco y media nos levantamos y antes siquiera de desmontar el campamento hacemos una vuelta corriendo por la playa para activarnos. ¿Por qué nos levantamos a las cinco y media? Porque vamos a Lindisfarne, lugar icónico en la historia de Escocia e Inglaterra que tiene la peculiaridad de ser isla una parte del día y península la otra. La intención era ver como se retiraba la marea de la carretera que da acceso a Lindisfarne, pero llegamos un poco tarde para ello y el camino ya está despejado. Nano nos explica la importancia histórica de aquel lugar ya que fue el primer punto en el que los invasores normandos saquearon un gran tesoro del monasterio. Aquel hecho derivó en un efecto llamada que atrajo a más invasores a la isla de Gran Bretaña.
Los ruteros amenizan la aproximación al castillo con todo tipo de conversaciones que junto a las que ocurren en los ratos muertos permiten que se conozcan y se forjen amistades que quizás duren toda la vida.
Frente al mar y junto a las bodegas del castillo tomamos el almuerzo, que consiste en un bocadillo y una pieza de fruta, luego se plantean las dinámicas de grupo con los monitores.
Por la tarde visitamos un yacimiento del muro de Adriano, que fue la frontera norte del Imperio Romano. Este yacimiento fue en otro tiempo un fuerte con una guarnición que protegía el muro de los pictos que habitaban al Norte.
El día se nubla cada vez más, y los ruteros están preocupados con volver a Dollar en la noche y subir la cuesta hasta el ya conocido lugar de campamento. Pero los monitores tienen una sopresa preparada, y es que finalmente vamos a acampar en la playa de la noche pasada, en Yelllowcraig.
Todos están contentos con la noticia, menos intendencia, que tiene que gestionar el cambio repentino de planes y apañarse con lo que hay para alimentar a toda la expedición bajo una lluvia ligera. Bajo el bosque de Yellowcraig, junto a la playa cenamos, y debido al cansancio ponemos fin a un día estupendo de Ruta.
Santiago, Equipo Académico.