
Amanece soleado y tranquilo. Con las Highlands todavía en mente, nos rodea un cámping silencioso y diáfano; un poco un contraste de paz para recordarnos que efectivamente habíamos pasado una aventura.
Ya prácticamente no sufrimos midges aunque aún se dejan notar.
Hoy las ruteras tienen un día tranquilo, el deporte va encaminado a enseñarles a estirar los diferentes grupos musculares más usados durante la marcha. Desayunan, y algo expectantes, se dirigen a los buses que toman rumbo al monumento de Glenfinan.
Se hace raro retomar rutinas que habíamos dejado atrás, bueno, de hecho es raro tener rutinas tan diferentes a las nuestras de nuestros hogares ya así de naturalizadas con tan sólo tres semanas en ruta, pero así es, abandonamos lo nuestro y cambiamos por cosas nuevas.
En nuestro destino las inteñas reciben una clase magistral por parte de Fernando Enríquez, director de Ruta Inti quien las actualiza sobre los pormenores de la historia de Escocia desde que consiguieran su independencia.
Comprederán así la importancia de los caminos a la hora de conformar las realidades de los pueblos y en particular del camino que han realizado ellas mismas: el West Highland Way. Por el trayecto que traza nuestro director nos encontramos personalidades reconocibles: Enrique VIII, María Estuardo, las revoluciones jacobitas…
Así pasan un par de horas hasta que las ruteras pueden visitar la estatua en honor a los highlanders que tanto habían transitado nuestro camino. Además de visitar una pequeña colina donde podrán ver el marco en el que se encuentran; el verde ya no sorprende aunque sigue hechizando. No así el paseo, las piernas pesan y en más de una se dibuja un interrogante: ¿podremos subir mañana de verdad el Ben Nevis? Un kilómetro de desnivel… Se dice pronto pero asusta.
Antes de regresar al campamento para hacer las dinámicas personales de monitores queda una sorpresa: nos acercamos a ver el West Highlander, el tren en el que dentro del imaginario colectivo de nuestras protagonistas un día se sentaron directas a Hogwarts para aprender magia.
En nuestras aulas no enseñamos cómo hacer magia, pero sí hay algo de mágico detrás de cada padecimiento que sufren las inteñas, ellas lo destacan en una dinámica común para analizar lo que han vivido en las Highlands. Todas en círculo para rememoran penurias, momentos divertidos, la belleza de algunos paisajes… No reproduciré nada de lo dicho, queda en la privacidad de ese diario que es el recuerdo, pero una cosa está clara, algo ha cambiado para bien en ese camino, ha habido esa ruptura que decía perseguir Pablo Fernández, subdirector de la Ruta Inti los primeros días.
Día tranquilo al fin, de limpiarse por dentro y por fuera y de seguir, porque la vida es eso, un camino en que los retos se suceden y el de mañana no será baladí: el Ben Nevis. Pero si se me permiten apuestas y parafraseando a Aragorn: “Veo en esos rostros la misma determinación que encogería el corazón de cualquier persona”, vana poder la gran mayoría, que nadie lo dude en casa, aunque muchas aún dudan de sí mismas.
¿Cuánto tiempo debe pasar para que nos creamos de lo que somos capaces?
Como cantaría Bob Dylan, quizás la respuesta está en el viento.
Nelson Shakur Lumumba, Coordinador Académico.