
En Ruta una persona se tiene que enfrentar a muchas montañas; las obvias son las naturales, pero las más importantes son las que se encuentran más allá de las ampollas, las botas mojadas y los dolores musculares. Las montañas que de verdad cuestan a las ruteras son aquellas que tienen nombres propios, las de sus familias, la de su pareja, las de las amistades… dejar atrás toda esa gente a la que extrañas vivir en la distancia es la verdadera montaña a subir.
Esta es una crónica sobre fronteras también, una historia a fin de cuentas en la que se viven cosas muy especiales, en la que de verdad ves que estás en Ruta y que todo esto merece la pena, que subir nuestras montañas personales, como en la vida, tiene su recompensa. Esa frontera entre el sufrimiento y el crecimiento, entre la queja y la gratitud por la experiencia.
Amanece un nuevo día en la expedición Ruta Inti. Fede Arballo, Lucía Serra, Francisco Alfaro y Mar Masnou dan un respiro a Íñigo y los despiertan con sus preciosas voces acompañadas de guitarras. El campamento se pone en marcha, por delante un día maratoniano, pero nadie lo sabe aún.
La expedición baja al castillo de Beaumaris y sigue progresando en sus ejercicios de preparación física, después de los cuales seguirán profundizando en su dinámica de sinergias. Se empiezan a perfilar los grupos de trabajo en los que irán perfeccionando o descubriendo sus hobbies, a saber: taller de artes plásticas y manualidades, coro musical, grupo de escritura creativa, taller de teatro, grupo de podcast y taller de debate. Ellas solas fijan sus objetivos y puntos para progresar.
Acto seguido las expedicionarias realizarán la primera de las dos sesiones de orientación del día (lo que harán ya 3). Esta vez practicarán en grupos más grandes creación e interpretación de mapas.
Este taller enlaza con una gymkana por la ciudad de Beaumaris donde descubrirán curiosidades como el por qué la torre del reloj marca cuatro horas diferentes o el por qué de que el castillo no goce de grandes habitaciones, ni instalaciones. Las gymkanas las preparan el equipo de campamento (monitoras y jefe de campamento) con especial participación en esta ocasión de Rosa María Collado y Manuel Lacasa coordinadora del grupo 5 y jefe de campamento respectivamente.
Mientras, en las sombras, el equipo de Intendencia pone en práctica como nadie ese trabajo de cuidados. Generalmente son alegría: cantan, bailan, gritan, bromean… Pero hoy el cielo plomizo de Gales, la limpieza del campamento, la tarea de preparar la comida hace que vayan a contrarreloj. Además también sufren cortes leves; uno de esos días en los que la montaña se hace más pesada y parece que todo sale mal.
¿Y quién cuida a las que cuidan? También nos pasa en nuestras casas, a veces nos cuesta ver ese trabajo fundamental que sostiene las casas.
Sin embargo sacan todas las tareas en tiempo; lo hacen, porque son las mejores. Ruta Inti cuenta con un equipo con un espíritu comunal que impresiona, aquí todas se dejan la piel para que la Ruta salga adelante.
Acaban de comer y las inteñas tienen la oportunidad de disfrutar de un tiempo libre para pasear, comprar… lo que prefiera cada una. A su vuelta se suben al bus directas, se encaminan al segundo de los talleres de orientación que como ya relatamos está a cargo de Raúl Plaza, nuestro experto en actividad física y acondicionamiento.
Entre todas están consiguiendo que aprendan y sepan manejarse con mayor o menor facilidad en el mundo de la orientación. Esta vez descubrirán la brújula, herramienta particularmente útil en el medio natural.
Pero esto es casi lo de menos, hablábamos de montañas y lo hacíamos mencionando los dos planos: el físico y el metafísico. En este caso ambos confluyen en el marco de este taller de orientación. Intentaré trasladar a las pantallas lo que en realidad sólo se puede vivir: la magia de la naturaleza, la sensación de estar viviendo una oportunidad única en un tiempo y lugar únicos.
Nos encontramos en Holihead, en el faro de Southstack. Desde los buses nos cuesta llegar unos cuarenta minutos a una cresta montañosa con zonas de prado verde donde estarán las diferentes balizas.
El sol se filtra entre unas nubes blancas pesadas, se encuentra tendente al oeste, aún alto. Con él de frente, se puefe disfrutar una vista de ciento ochenta grados que roba el aliento. El mar, algo bravo, castiga la costa formada principalmente por los acantilados de crestas montañosas en las que nos encontramos. A la derecha queda la extensión de prado.
Es una sensación sobrecogedora: cien personas jóvenes conviviendo fuera de sus hábitats naturales, en un paisaje bucólico, “feliz aquel”, descubriendo habilidades que no sabían que tenían, aprendiendo historia, vidas de otras personas… Qué importante es pararse de vez en cuando y salirse de la vida propia para coger perspectiva.
Viene a mi mente, precisamente en esta tierra, aquella sensación de empequeñecimiento que sintieron los romanos al llegar a la costa gallega, pensaron que era el fin del mundo: “finis terrae”. Alguna rutera se emociona, caras de asombro… Aparece el equipo de intendencia y sonríen de nuevo, lo tienen claro: “así todo merece la pena”, ” tengo felicidad nivel diez”.
Es la sensación general.
Isabel Caro, Irene Malonda, Marta Álvarez, Lucía Donderis, Pablo Cañas, María de la Puerta y Jorge Sanz vuelven a sonreír, ya han subido su particular montaña del día y están felices, algo sobrecogidas con la belleza de la escena y representan a la perfección lo que siente toda la expedición.
Abandonamos con pena este maravilloso lugar, pero aún nos queda una última sorpresa.
Pasaremos el atardecer en el túmulo de Brin Celli Ddu, una construcción celta donde se enterraban a los fallecidos de unos 5.000 años de antigüedad. Mientras el sol cae, la figura del director de Ruta Inti, Fernando Enríquez, se dibuja en la cima del túmulo. Empieza a hablar para explicarnos los detalles de la formación y de repente, como si las soplase el viento, comienzan a a acompañarle las notas de la alboca de Íñigo Sáenz. Con ese toque de ensoñación que envuelven sus charlas, nos hace aprender sobre la famosa celebración del Samhain y cómo éste ha terminado siendo una fiesta aún más reconocible por todas: Halloween.
Mar Masnou leerá una segunda leyenda clásica de la época mientras las expedicionarias Fede Arballo, Francisco Alfaro, Lucía Serra, Pablo Pellicer y Rebeca Costa la representan encima del túmulo.
La magia de la Ruta, decenas de personas especiales juntando sus talentos para construir una experiencia única.
Nos pilla la noche (y aquí lo hace más tarde que en España).
Llegamos tarde, cenamos deprisa, casi sin ganas y realizamos un briefieng telegráfico.
Sobrevuela una ide: por duros que sean los días, por largos que sean, son esos días los que crean la Ruta, son esos días repletos de emociones y aprendizajes los que sellan identidades. Hoy más que nunca estamos en Ruta.
Por más días así para celebrar y disfrutar, por más días de aprendizaje y Ruta.
Nelson, Coordinador Equipo Médico