
Por Marco Hernández, subjefe de campamento y profesor del taller de historia.
Ayer decidí no escribir un diario de viajes. Ni hoy ni nunca. La conferencia de Antonio me dio mucho que pensar. La base del diario consiste en la sinceridad personal con la que es escrito. Pero, ¿cómo ser sincero con uno mismo? Una amiga me contestó que la única forma de acertar es escribir la verdad. Esto, a mi entender sólo podría llevarse a cabo en un momento de “elevación espiritual”. Resulta harto improbable experimentar uno de esos momentos diariamente.
¿Entonces, qué es realmente lo que escribes en tus hojas en blanco? No pasará nunca de ser una memoria sesgada, una erupción de forma y contenido basada en la situación de la escritura. Esta exposición parcial nos sería siempre útil en la descripción de procesos objetivos, pero al intentar archivar nuestros recuerdos emocionales entraremos en un terreno meta-sensorial en el que nuestra posición de copista influye en la memoria que deseamos plasmar. El principio de incertidumbre de Heisenberg trasladado al ámbito literario.
Esta interpretación instantánea acotará nuestras posibilidades de recuerdo. Aplicado a un ejemplo práctico, durante un periodo medio, digamos 5 años leer mi diario personal mi mente rellenará los huecos, la palabra no escrita. Pero, ¿Qué ocurrirá al pasar diez, veinte, o cincuenta años? Mi memoria será incapaz de rellenar esos huecos y acudirá a la lectura como único método del recuerdo. No recordaré unos labios, sino la descripción de esos labios, su fotografía desenfocada.
Ahora analicemos el caso de la no escritura. El no-escritor renunciará a recordar mediante la sencilla acción de arrastrar un libro desde la estantería a la mesa. Se arriesgará al vacío del olvido al igual que al de la muerte. Sin embargo, cuando vea una hoja cayendo desde la copa de un árbol, seré capaz de recordar con todos sus sentidos.
La comida que el equipo de cocina le entregó entre risas o el abrazo en el momento justo. Llorará de alegría por el olvido.
Con esto no quiero desanimar a nadie. Un diario siempre vale su peso en oro. Aunque me sienta incapaz de escribir uno, miraré alrededor buscando un diario que releer, personas por descubrir.
4 comments
belen
24 julio 2015 at 00:52
Marco me gusta tu reflexión , pero no estoy de acuerdo con ella. No se si la base del diario tiene que ser la sinceridad, pero ¿cómo se puede escribir la verdad si hay infinitas verdades? Cuando escribes no creas una memoria sesgada sino (de acuerdo con Heisenberg) una nueva verdad. Escribir ayuda a pensar sobre las sensaciones vividas, que es una dimensión más del viaje.
Pensar es bueno….. y ya decía Goethe “sólo se piensa cuando se habla o cuando se escribe”
Yo os animo a escribir durante el viaje, escribir es una acción solitaria e íntima, muy necesaria cuando se viaja en grupo.
Sobre todo, seguir escribiendo crónicas, es un placer leer lo que vais conociendo y sintiendo.
rutainti
24 julio 2015 at 05:32
Soy Marco. Entonces me valdría el quemar después de escribir. De ese modo el único fin del diario será descubrir nuevas versiones de la verdad pero no podrá llegar a suplantar la memoria en el futuro.
belen
24 julio 2015 at 06:46
Pues claro que puedes, siempre se puede quemar una obra. También Eric puede quemar sus cuadros….. De esa forma no suplantarán la memoria futura, pero siempre habrán ayudado a reforzarla y son parte de ella
Antonio Muñoz Carrión
24 julio 2015 at 18:31
Qué razón llevas, Belén.
Marco, por qué no escribes para ti, o como mucho para un lector genérico (no uno determinado).
Vas a escribir por una parte y con un bic azul de los que usa Erick los hechos, lo que sucedió, con distancia, intentando objetivar, en el sentido de que otra persona próxima, de tu cultura y condición. Esta parte del diario puedes incluso consensuarla con otros, para ver si sucedió lo que tu percibiste o no lo has percibido, o si hay dimensiones o caras del poliedro que no has percibido, porque tu situación en el espacio-tiempo es una, concreta. Quizás puedes completar con relatos de otros, entrecomillando, pero siempre asumiendo e integrando en tu relato todo como una unidad. Este sería un nivel básico de tu descripción.
En rojo (Erick te presta el bic rojo), puedes escribir cómo te has sentido en ese momento, las sensaciones y los sentimientos despertados, si rechazaste o te sedujo aquello que has descrito y las razones que en el momento de la escritura atribuyes a dicho rechazo o seducción. Finalmente con otro bic verde, puedes anotar las imágenes de tus recuerdos sobre las que has asentado esa nueva experiencia, la forma de integrarla y, en su caso, de apropiarte de ella, de hacerla tuya, de manera que no vas a tener que recordarla aislada, sino que, al estar integrada, va a configurar, o más bien reconfigurar, tus categorías de visión e interpretación del mundo. Si no anotas en ese momento no vas a poder identificar qué es lo que modificó, de forma decisiva, tu visión del mundo, tus tolerancias, tus valores. En qué momento dejaste de coincidir contigo mismo, quiero decir con ese yo que sentimos nuestro y del que no sabemos su composición ((el % de socialización y el % de dotación propia, construcción propia y elecciones propias). Te creerás que nuestros universos mentales están estables desde siempre, y nada de eso es cierto porque siempre estamos revisándolos (en la actualidad, claro, porque en la vida tradicional pocos se atrevían), y es tu relación con las cosas pequeñas del mundo, y en la Ruta Inti tenéis muchas microexperiencias únicas e irrepetibles, en donde está la clave de tu evolución vital y sobre todo emocional y mental.
Respecto a que a los cinco años puedes rellenar recuerdos es muy cierto. Pero si los rellenas en ese momento y lo escribes, cuando lleguen los diez años no tendrás que recordar porque ya lo habrás hecho. ¡O quizás si!, porque el recuerdo que tendrás a los 10 años de tu experiencia querida será diferente del escrito y “objetivado” a los cinco (que, a su vez, será diferente de aquello que sentiste en el momento de la vivencia original). Digamos que las distintas versiones del recuerdo dialogarán entre sí. Negociarán y, claro, se impondrá la última. El pasado es una especie de reconstrucción permanente e inacabada que hacemos siempre desde el presente y que encuentra en el presente, y no en otro momento, sus principios de selección y de descripción. Las problemáticas que vivimos en el presente son las que determinarán todo el proceso. Cuando dentro de 30 años intentes explorar tu pasado, y lo que te está pasando hoy en la Ruta Inti, tendrás que realizar un viaje retrospectivo en el que harás un poco de trampa, porque sabrás que tu presente (desde donde vas a recordar) es la meta en la que desembocan todos los recuerdos de tus experiencias y eso es constatable, porque dichas experiencias te han llevado ahí, a ese presente de dentro de 30 años, que visto desde hoy desde hoy es un futuro incierto. Será desde tu presente de dentro de 30 años desde donde establecerás la meta desde donde vas a reconstruir toda tu historia y a relatarla. Gracias a tus diarios vas a trazar una continuidad en todas tus experiencias y te vas a identificar con ese recorrido con más realismo que si tienes lapsos de tiempo vacíos en los que te reinventas sin muchos datos. Ese pasado (la Ruta Inti 2015), lo será de tu presente de dentro de 30 años, y cuando pretendas reconstruir el trayecto con tus diarios estarás uniendo el principio (ruta 2015) con el final, tu presente de dentro de 30 años, que se te aparecerá entonces como el final al que has llegado. Vas a poder descubrir entonces, en lo que te ocurra y en la situación en la que te encuentres alguna vez (dentro de 30 años) los orígenes y los caminos que te han llevado ahí, que ahora no eres capaz de percibir. Microexperiencias que estás teniendo en esta ruta y a las que no les das importancia podrán ser redefinidas desde el presente de dentro de 30 años como los orígenes de lo que entonces te esté sucediendo. Gestos, guiños, roces de piel insignificantes hoy pueden cobrar la mayor importancia en un momento posterior a la luz delo que hayan contribuido a llevarte hasta el sitio a donde llegues. Todos describimos y damos importancia a lo ya pasado en función de lo que ahora nos resulta relevante y que entonces, cuando nos sucedió, no lo fue, y tampoco podíamos pensar que eso iba alguna vez a ser relevante.
Hace mucho calor en Madrid, perdona si es oscuro lo que te escribo. Pero, de lo que estoy convencido es que por el hilo se llega al ovillo.
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