
He de decir que lo primero que me llamó de la expedición de este año fue el recorrido. Me moría de ganas de vivir unos días con los bereberes, recorrer Portugal y ver las ciudades marroquíes. Sin embargo, al ir pensando si presentarme o no, el recorrido dejó de tener tanta importancia y empecé a pensar lo que significa ir de ruta. Y entonces supe que no podía dejar de presentarme este año.
Hay mil cosas que para mí quieren decir ir de ruta. Por ejemplo, lo más evidente, conocer sitios nuevos, aprender de ellos, de la gente que me rodea y de mí misma. También conocer a gente de una manera más profunda de lo habitual, gente con inquietudes que amplían tus límites, con los que intercambiar ideas y hacer cosas que ninguno de nosotros habíamos pensado en hacer antes. Es un momento para reflexionar sobre tu vida en el presente y lo que quieres para tu futuro, cosa que realmente necesito ahora porque estoy algo perdida en cuanto a mis objetivos, o al menos cómo lograrlos. Y es también un reto, porque aunque haya vivido una ruta antes y conozco la parte dura han pasado tres años en los que he cambiado y evolucionado, y me gustaría descubrir cuál es mi respuesta ahora a ese desafío.
No tengo mucho tiempo para explayarme, confieso que estoy escribiendo esto con tiempo límite. Espero que estas breves líneas hayan servido para mostrar mis ganas por vivir de nuevo la fugacidad y la eternidad que es cada momento en ruta.