
Por Virginia Beitia Uribe y Paula Ispizua Ballesteros (expedicionarias)
Comienza el final de esta aventura de manos de un fiel compañero que nos ha acompañado en todo trayecto, el río Danubio.
Sorpresa de hoy: un barco con destino Budapest. El barco de las emociones. Primera sensación, union. Unión que faltaba el día 17 de julio. Unión que 25 días han conseguido forjar a base de experiencias, emociones y sentimientos.
El silencio. El silencio nos ha invitado a descubrir una ciudad iluminada por esta noche de luna llena. Miradas infinitas, cruzadas, cabezas inclinadas, apoyadas sobre otras, abrazos confidentes, llenos de pasión. Atravesamos la capital dejándonos llevar por la corriente mientras afloran nuestras emociones.
Paz, cariño, tristeza, nostalgia, alegría, incertidumbre, libertad, memorias… Estos son algunos de los que nos hemos juntado hoy en el barco de las emociones.
Ya en tierra. El barco de las emociones queda amarrado a orillas del Danubio. Parte de todo se queda aquí, gran parte se queda con nosotros. Nos seguimos dejando llevar, quedan dos días que debemos exprimir.
Ha sido un momento único, precioso e irrepetible juntos. Una ruta que ya empieza a dar frutos por sí sola; esto es solo el principio del final.