Aunque ya deberíamos estar acostumbrados, en realidad creo que es imposible hacerse a unos madrugones impresionantes para tomar el barco que nos llevará a nuestro último destino. Suena duro sólo de pensarlo. Parece que por primera vez desearíamos que la barca nunca llegase a tiempo, que nunca tuviéramos que hacer todas esas cosas que no volveremos. Pero a cambio la vida no sólo nos regala otro de esos espectaculares amaneceres, sino que además nos permite contemplar por primera vez en río Amazonas en todo su esplendor. Ya no estamos en un afluente, estamos directamente en uno de los ríos más grandes del mundo. Y es sencillamente impresionante.
Son muchas horas de navegación, pero finalmente alcanzamos nuestro objetivo, una pequeña comunidad llamada Gabriela Núñez, a las afueras de la ciudad de Iquitos, la capital de la Amazonía peruana. Allí lo primero que nos encandila es la belleza de sus casas, todas muy decoradas con elementos reciclados y coloridos. Personalmente creo que es el pueblecito más bonito que hemos tenido la suerte de visitar, en mis retinas aún danzan esos brillantes colores, esas delicadas decoraciones.
Último campamento que montamos, incluso eso parece doler. Después nos reunimos en el centro de un campo cercano para continuar con la charla sobre otros proyectos similares a Ruta Inti, que comparten con ella una visión similar, heredada de Miguel de la Quadra-Salcedo.
Tras esto, tiempo libre. Muchos lo disfrutamos comprando algunos caprichos o bailando en una especie de “Just dance” que tiene en una de las casa y que hace las delicias de los más fiesteros.
Y como no podía ser de otra manera, hoy el Buzón de Fif se da alrededor de la hoguera.