En la Ruta hay días de dormir poco, dormir aún menos y de ¿dormir?
Hoy hemos pasado la noche en unos autobuses que, si bien eran cómodos y con calefacción (no os hacéis una idea de lo que se agradece), no han sido el lugar óptimo para descansar. Al llegar a nuestro pabellón asignado en Cuzco muchos hemos decidido tomar una ducha (congelada) en vez de dormir las dos horitas que quedaban para la diana.
Lo dicho, diana y todos arriba, el día comienza.
Desayunamos a todo correr para preparar nuestra mochila, pasaremos todo el día fuera. Y es que el día de hoy se ha concentrado en la visita al Valle Sagrado de los Incas.
Decir que ha sido impresionante sería quedarse corto. Al margen de la molesta lluvia que nos ha acompañado gran parte del camino, los paisajes eran, al menos para mí, la imagen que tenía en la cabeza al pensar en Perú. Esas montañas escarpadas, cubiertas de vegetación, las nubes bajas, las terrazas de cultivo incaicas… Eso conjunto de maravillas, puestas juntas en un mismo escenario, te cortan la respiración.
Hemos escuchado el origen del imperio Inca y cómo logró desarrollarse tanto en tan poco tiempo, para lo que además hemos visitado la fortaleza de Ollantaytambo. De nuevo el sistema de terrazas aparece, pero en este caso con un fin constructivo, conservar una de las pocas fortalezas incas, desde las que les hicieron frente a los españoles. No cuesta imaginarse esa batalla, los honderos andinos enfrentándose a los arcabuces de nuestros compatriotas, todo rodeado de una frondosa naturaleza que hoy han sustituido puestos y puestos de souvenirs.
Por último nos han llevado a un pequeño pueblo enclavado en las montañas a 4.000 metros de altura y que poseía una iglesia que, comparado con el arte hispano, nos ha resultado muy llamativa. Todo el techo estaba pintado y las figuras escultóricas se alejaban bastante de aquellas a las que estamos acostumbrados. En resumen, aparte de ser un pueblo mono, lo más interesante ha sido cuando nos han explicado cómo tiñen y fabrican las ropas y telas que venden (exquisitamente calentita, hay que decir), además de que o han hecho con mucho amor y bastante picardía.
Aunque con poquito tiempo para los talleres, en Cuzco nos esperaba una cena riquísima, acompañada de un espectacular postre de yogur, galletas y mermelada. Y hace tanto frío que hemos decidido abrir las tiendas de campaña dentro del polideportivo para dormir juntitos y entrar en calor.