
Por Nora Pérez
Hoy el día ha comenzado temprano para las chicas del grupo uno y del grupo dos, que éramos las que dormíamos en el Riad grande, en el cual llevábamos sin agua dos días. Por esta razón, hoy, día uno de agosto, madrugábamos felices con la ilusión de ir por la mañana a lavarnos a un hammam, que es el baño público típico marroquí. Cogimos nuestros útiles de aseo en silencio y con sigilo para no molestar al resto de los ruteros que permanecían durmiendo en esos momentos en los que las agujas del reloj acababan de sobrepasar las siete en punto.
Medio dormidas caminábamos por las estrechas calles de Fez siguiendo al dueño de nuestra Riad, que nos mostraba el camino hasta el hammam..
La explicación por la cual nos encontrábamos a esas horas dispuestas a tomar un baño es básicamente que ayer por la noche solamente pudieron ducharse los chicos de nuestra ruta, ya que las mujeres tienen prohibido acudir a este tipo de sitios públicos a partir de una determinada hora de la tarde. Sin embargo, una vez entramos al baño público nos dimos cuenta de que la espera había merecido la pena. Contra todo pronóstico, las duchas no eran tal y como imaginábamos. Sino que cada una de nosotras disponía de un cubo, el cual podía rellenar a gusto y elección con agua fría y/o agua caliente para, posteriormente, lavarte el cuerpo por partes o, directamente, echárselo por encima desde la cabeza a los pies simulando una cascada.
Me atrevería a poner la mano en el fuego al decir que era uno de los instantes de los que más ganas teníamos en los últimos días. Se notaba la felicidad en nuestras caras. Al entrar, la sensación de calor era agobiante, costaba incluso respirar. Pero al cabo de unos minutos, el agua fría (que es el que la mayoría elegimos) nos dio la vida. Tanto para el aseo como para ser bebida para saciar la sed, el agua siempre me ha resultado importante. Pero en este país, en estos días que llevábamos en el soleado y seco Marruecos, disponer de agua se ha convertido en una necesidad indispensable y, poder disfrutar de ella es un privilegio que hemos aprendido a aprovechar en cuanto se nos da la oportunidad.
En el hammam algunas de mis compañeras recibieron un masaje por parte de las dueñas de allí. Es curioso lo rápido que pasa el tiempo cuando estás a gusto, ojalá pudiéramos guardar un pedacito de este tiempo de relajación y bienestar en un tarro y poderlo abrir dentro de unos días cuando estemos en el Atlas entre cansancio y sudor.
Una vez lavadas (y perfumadas con colonia Nenuco que una rutera había traído) salimos de nuevo a las calles marroquíes. Pero esta vez con una diferencia: la sensación de habernos quitado el calor de encima nos hacía desfilar con una enorme sonrisa. Ni siquiera la larga espera para poder desayunar, ni las gotas de lluvia que débilmente nos cayeron cuando movíamos nuestras respectivas mochilas hacia el bus para el comienzo de una nueva jornada y, por tanto, una nueva aventura podría ocurrir esta inusual mañana.
Subimos al bus y, tras varias conversaciones que se desarrollaban paralelamente, la gran mayoría de experiencias nos rindieron al sueño. Al cabo de un tiempo indeterminado, abro los ojos y por la ventanilla se muestra ante mí un inmenso paisaje árido, y montes, y colinas con escasísima vegetación, y montañas que nos saludan desde lejos.
Todo a nuestro alrededor tiene tonalidades entre el amarillo y el marrón y, de vez en cuando, se observan pequeñas manchas verdes de algún árbol aislado.
En numerosas ocasiones durante la ruta he olvidado que estaba fuera de casa, fuera de España. Ya sea por lo cómoda que me sentía o porque el paisaje y el ambiente han sido similares en varios aspectos. Sin embargo, es posible que, a partir de hoy, las vistas cambian según vamos acercándonos al corazón de Marruecos: al Atlas y al desierto.
Poco a poco, los ruteros se fueron despertando y casi de repente renacieron las conversaciones nuevamente. Pero esta vez no tan dispares y paralelas entre sí, sino más grupales y distendidas en las que hemos narrado historias de nuestros pasados y de nuestras vidas pre-Inti para seguir rompiendo barreras entre nosotros y conocernos un poco más.