
‘’Lo cierto es que me alegra mucho poder escribir esta carta. Que la estés leyendo ahora mismo significa que lo conseguí, que tras mucho esfuerzo logré entregar el trabajo a tiempo, y que estoy más cerca que nunca de cumplir nada menos que un sueño.’’
La verdad, redactar esta carta me está haciendo pensar en muchas cosas.
Cuando hace más o menos un año estaba escribiendo el trocito de carta de motivación que he citado arriba, sabía que marcaría un antes y un después en mi vida. Me siento… raro. Recuerdo entrar acelerado a la página web, en una desesperada búsqueda del formulario a completar. Recuerdo que 2019 era el año en que todo tenía que cambiar, y un proyecto en concreto ocupaba mi mente, prometiendo ejercer de disruptor total. Solo tenía un objetivo en la cabeza, y todo pasaba por Ruta Inti. Un año después, lo entiendo todo un poquito mejor.
Fue la mejor experiencia de mi vida. Sin matices. El grupo más idílico al que había pertenecido nunca, una ubicación inmejorable y situaciones que no podría haber imaginado crearon una burbuja de la que fui consciente desde el principio, pero que me hizo disfrutar de la expedición como no había disfrutado de ninguna otra cosa jamás. El miedo que tenía, pues, era a lo
que iba a pasar cuando acabase. ¿Volvería mi vida normal? ¿Podría soportarlo, ahora que había descubierto que no era feliz? Me di cuenta de que, para ver algo con imparcialidad, has de observarlo desde fuera. Quizás no se trataba de la expedición en sí. Quizás ni siquiera tenía que ser Ruta Inti. Lo que no sabía en el momento de escribir la carta es que, aunque la expedición quedaría grabada en mi memoria, no sería lo mejor que iba a aportarme. Lo mejor estaba por llegar.
Hace un año estaba perdido, pero me he encontrado. Hace un año estaba solo, y ahora tengo la mejor compañía imaginable. Hace un año no me conocía y, ahora, por fin sé quién soy y qué quiero ser. La Ruta me ha mejorado para siempre, y aunque soy consciente de que aún le quedan muchas cosas que aportarme (y me hace muy feliz saberlo), también sé no solo que quiero devolverle un trocito de lo que me ha dado, sino que quiero dar todo lo que esté en mi mano por el proyecto, porque creo firmemente que todo el mundo debería vivir algo así al menos una vez en la vida.
Ruta Inti me ha enseñado que existe algo en lo que creer, una luz en cualquier oscuridad. Y me he dado cuenta de que, por primera vez en mi vida, hay algo por lo que creo que merece la pena dar todo lo que tuve, tengo y tendré.
Este año he aprendido a interiorizar. Ahora, a menudo, detengo lo que sea que esté haciendo y me paro a pensar en lo agradecido que estoy de tener lo que tengo. A mi alrededor se ha formado un entorno perfecto, un grupo que me inspira e invita a ser mejor día tras día. Ahora, si quiero ir un rato a ver el Reina Sofía, sé que siempre voy a tener a alguien que quiera venir conmigo. Sé que, si me siento mal, puedo contar con personas de cuya existencia no sabía hace un año y por las que hoy daría mi vida sin dudar.
No sé qué me deparará el futuro ni dónde estaré en un año, pero tengo más claro que el agua de un lago británico que a mi lado seguirán las mismas personas, y que habiendo o no hecho la Ruta en 2020, seguiré debiendo mi vida entera a este proyecto.
Y se la devolveré, eso lo tengo claro.
Al fin y al cabo, todos estamos aquí como consecuencia de una serie de casualidades, así que qué menos que apreciar nuestra suerte.
Eso somos, tan solo un momento
la intersección entre dos trayectos en un punto
y aunque un día te alejes, gracias por chocar conmigo
y cambiarme la dirección
honrando a la primera Ley de Newton
Ozelot – Whatever